historia

Fray Mamerto Esquiú

Cuando en 1957, los primeros padres optaron por "nombrar" el colegio que fundaban para la educación de sus hijos, encontraron en la fe, en la humildad y en la valentía de un catamarqueño, frailecito franciscano, Fray Mamerto Esquiú, la síntesis acabada entre Vida, Fe y Cultura.

Había que dar respuesta a la historia y a las necesidades educativas. Clarificar valores, decirlos y defenderlos.

En una personalidad propia de un mundo de virtud, tres son los que aquellos padres fundadores distinguieron en Fray Mamerto Esquiú, para que a modo de raíz y sostén, vivificaran no sólo el quehacer educativo, sino primordialmente la mística e identidad institucional.

Es por ello que los invitamos a conocer el ser de nuestro Colegio, a través de la Verdad, la Justicia y la Libertad. Ellos surgen del ser de nuestro Patrono y son luz del Ideario del Colegio Esquiú.

Verdad

"Todo lo que soy y lo que valgo, si es que valgo alguna cosa, lo debo, después de Dios, al hábito de mi padre San Francisco".

Nacimiento

Fray Mamerto Esquiú nació en la localidad de Piedra Blanca, Provincia de Catamarca, el 11 de mayo de 1826. Fue hijo de don Santiago Esquiú y Doña María de las Nieves Medina. Recibió su bautismo el 19 del mismo mes ya que el pequeño nació delicado de salud. Se lo llamó Mamerto de la Ascensión, en homenaje a San Mamerto, en cuya festividad había nacido, y el misterio de la Ascensión del Señor, que ese año se festejó el mismo día. El hábito de San Francisco.

A los cinco años, Mamerto continuaba estando en un estado de salud muy delicado. Sus padres, en la medida de sus posibilidades habían agotado todos los recursos de la ciencia médica. Doña María de las Nieves hizo entonces una promesa que sería de trascendental importancia en la vida de su hijo: vestir al niño todos los días con el hábito de San Francisco. El pequeño Mamerto se vio enteramente recuperado al poco tiempo. La madre, agradecida a su santo protector, se apresuró a cumplir su promesa, y como no tenía una tela apropiada, ni las facilidades suficientes como para conseguirla, pidió al padre franciscano que había bautizado a su hijo, un hábito viejo que ya no usara para refaccionarlo y que le quedara al niño. Este fue el primer hábito que Fray Mamerto Esquiú usó y el único ya que lo llevó desde los cinco años de edad hasta el día de su muerte.


 

Esquiú amó desde ese momento la vestimenta de sarga cenicienta y pobre que identifica a los hijos de San Francisco de Asís, y no la dejó en toda su vida, ni siquiera siendo obispo. Se cuenta de él que, siendo niño pequeño, al verse despojado un día de su hábito de "frailecito" se echó a llorar. Lloró y suplicó con lágrimas que se lo devolvieran. Siendo ya obispo, se gloriaba de llevarlo siempre y candorosamente decía: "Soy tal vez el único que no ha llevado otra vestimenta que el hábito de San Francisco. Lo he llevado toda mi vida y espero ha de ser la última mortaja que cubra mis despojos, después de mi muerte. Todo lo que soy y lo que valgo, si es que valgo alguna cosa, lo debo, después de Dios, al hábito de mi padre San Francisco".

Su ordenación Sacerdotal

El día 31 de mayo de 1836, siendo aún un niño, ingresó definitivamente al Convento de San Francisco, el entonces huérfano de madre Mamerto Esquiú. Anteriormente había cursado estudios de Latín y Humanidades. Luego comenzó la asignatura de Filosofía. Desde el año 1841 al 43, hizo el curso de Teología y Derecho Canónico. Terminó toda la carrera de sus estudios con notas sobresalientes, en todos los ramos, cuando sólo contaba la edad de diecisiete años.

Tuvo que esperar cinco años, después de terminar sus estudios, para recibir las órdenes sagradas y conseguir el sacerdocio. Su ordenación sacerdotal se efectuó el 18 de octubre de 1848.

Esquiú como Maestro

Antes de ser ordenado sacerdote, el joven Esquiú por disposición de los superiores franciscanos se dedicó a la docencia. En el año 1844 es nombrado maestro de niños en la vieja escuela de San Francisco, que desde hacía treinta años era dirigida por el reconocido educador de primera enseñanza, Fray José Archeverros. Poco tiempo después sus superiores lo designan catedrático de Filosofía y Teología.

En todos estos oficios brilló con luz propia, según los testimonios unánimes de sus contemporáneos, que aseguran que Esquiú fue uno de los mejores profesores de su tiempo. Dice otro contemporáneo suyo que "era un maestro bien formado por su ciencia, por su cultura, por su seriedad y discreción, se adelantó a las máximas de la pedagogía moderna".


 

Justicia

ESQUIÚ, EL ORADOR DE LA CONSTITUCIÓN

"...cuando los pueblos, pasado el vértigo consiguiente a una transformación inmensa, sosegada la efervescencia de mil intereses encontrados y excitados por un hombre de la providencia, se aúnan y levantan sobre su cabeza el libro de la Ley, y vienen todos trayendo el don de sus fuerzas, e inmolando una parte de sus libertades individuales, entonces existe una creación magnífica que rebosa vida, fuerza, gloria y prosperidad: entonces la vista se espacia hasta las profundidades de un lejano porvenir."

"Obedeced , señores, sin sumisión no hay ley, sin leyes no hay patria, no hay verdadera libertad: existen sólo pasiones, desorden, anarquía, males de los cuales Dios libre eternamente a la República Argentina..."

Sermón pronunciado el 9 de julio de 1853

ESQUIÚ CONSTITUCIONALISTA

Corría el año 1853. Después de una larga y cruenta guerra civil, se promulgaba la Constitución y se preparaba el establecimiento de un orden, de paz y de progreso. En medio de la zozobra en que se había sancionado la nueva Constitución, se trataba ahora de serenar los espíritus. Cada provincia, al promulgarla, procura prestigiarla con la palabra autorizada de un orador de nota.

El gobierno de Catamarca se dirige al Convento de San Francisco, y solicita al Padre Esquiú para predicar el sermón de circunstancia. El día 9 de julio de 1853, y ante las autoridades de toda la Provincia, Esquiú pronunció su célebre discurso. En ese sermón Esquiú dejó asentadas tantas verdades, enseñanzas tan luminosas y un cuerpo de doctrina jurídica y sociológica tan sólido, que muy bien pueden formarse de él y del otro discurso que pronunció al año siguiente que es su complemento, con motivo de la instalación de las autoridades nacionales, todo un trabajo de sociología cristiana y hasta de historia política.

El famoso sermón fue publicado por disposición de las autoridades de la Nación, dándole renombre al notable orador catamarqueño.

Libertad

"Me gusta la soledad y una vida retirada; sin embargo, mientras tenga fuerzas me veréis siempre inquieto de una a otra parte, solícito del bien de todos".


 

El Obispo de Córdoba

Fray Mamerto Esquiú fue consagrado obispo de Córdoba el día 12 de diciembre de 1880, y tomó posesión de su sede episcopal el día 16 de enero del año siguiente. Siempre creyó no corresponderle la dignidad episcopal.

El mismo lo deja estampado en su diario personal. En la Catedral pronunció una breve homilía que causó honda impresión. Con humildad de santo, habló de sí para rebajarse. Jamás se había oído en Córdoba algo semejante. Preguntábase con enorme sinceridad; si el haber sido elevado a la dignidad de obispo sería para su salvación o su condenación. Proponía dedicarse por entero a su pueblo: "Me gusta la soledad y una vida retirada; sin embargo, mientras tenga fuerzas me veréis siempre inquieto de una a otra parte, solícito del bien de todos".

El primer año de gobierno, que fue de organización y de ejemplar actividad, lo pasó en la ciudad.

Todas las mañanas celebraba misa. Un día era en la capilla de la cárcel; otro en la del asilo de mendigos; otro, en el hospital. Su caridad le llevaba con preferencia hacia los más desgraciados y hacia los que más necesitaban de una palabra de amor. Su casa era una romería de gente de todas las clases sociales, esencialmente de pobres, a quienes repartía personalmente su dinero y limosnas. A veces llenaban el patio de su residencia y ocupaban las aceras y la calle. Los pobres no solían conformarse con el dinero y el pan que les repartían, sino que solicitaban su bendición y la palabra del Obispo. Muchas veces el pobrerío incomodaba a los vecinos, dando lugar a que su ferviente caridad fuera criticada.

El segundo año de gobierno lo dedicó a la campaña, llevando una vida verdaderamente apostólica y misionera a todos los curatos. En los meses de enero, febrero y marzo de 1882, visitó las parroquias de Tulumba, donde colocó la piedra fundamental del nuevo templo. Realizó una misión de nueve días, imponiendo el sacramento de Confirmación a más de mil personas. Posteriormente lo hizo en San José de la Domida, donde bendijo el actual templo. Siguieron las visitas pastorales a Villa de María de Río Seco y Quilino, donde misionó y confirmó a numerosísimos fieles. A mediados del mismo año se trasladó a la región del sur de Córdoba, donde visitó numerosas parroquias y capillas en varios departamentos, entre ellas: Villa de la Concepción, Villa Nueva, Ballesteros, Bell Ville, Capilla de San Antonio, Sacanto, Arroyito.

Durante todas las misiones realizadas en los curatos del interior, Esquiú fue acompañado por los misioneros jesuitas Félix Dalmau y Luis Feliú.


 

La muerte del siervo de Dios

El Santo Obispo Esquiú falleció el día 10 de enero de 1883, en la Posta "El Suncho" (Provincia de Catamarca). Para ello nada mejor que hacer revivir las tristes noticias que daba la prensa de aquella época: "Ha muerto no sólo un gran pastor, sino un gran hombre, que iluminó con sus prodigiosos talentos y con la luz de sus conocimientos profundos, el claustro, la Cátedra Sagrada [...] el humilde entre los humildes, que vivía más humildemente aún, ha expirado en un lugar humilde, solitario, privado de todo recurso, rodeado por el misterioso silencio del desierto" (El Eco de Córdoba, 12-1-1883).

"La humildad, la pobreza, el desinterés, la castidad, el sacrificio, el amor al prójimo, la obediencia; las privaciones y los dolores impuestos a su existencia física. Todo ese conjunto que ha prescripto el rito y que pocos tienen presente, estaba encarnado en el fraile catamarqueño" (El Diario de Buenos Aires, 31-1-1883).

Fiesta de Nuestro Patrono

ACTO ACADÉMICO

El 11 de Mayo de 1826, nace en Catamarca Fray Mamerto Esquiú.

Nunca es fácil adentrar en un espíritu cultivado, ni tratar de conocer lo más profundo de su alma.

El Doctor Pedro J. Frías, presidente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, en su obra: "Aproximaciones a Esquiú", 1983, dice del ser argentino y fraile franciscano:

"Lo que Esquiú quiere para su Patria es una sociedad constituida... el gran tema del sermón es moral, en ese terreno en que la política recoge la conformación ética de la sociedad para modelar sus propuestas. El sacerdote y el jurista convergen en esa problemática y con naturalidad intercambian sus desvelos. El hombre de Estado - el verdadero- los unifica. Y en tal sentido, podemos decir que Esquiú lo fue, sin dejar de ser simplemente un conventual franciscano que desde la entraña territorial de la Patria, pulsaba su dolor y agitaba su esperanza".

¿Cuántos argentinos conocemos, además de sus dotes de orador, sus provechosas virtudes como catedrático, periodista, misionero, polemista con los enemigos de la patria?

¿Cuántos sabemos de su primera huida a Tarija, frente al eco de los aplausos de los sermones?

¿Cuánto sabemos de su propósito de terminar su existencia en Jerusalén, al que debe renunciar sólo por obediencia?

¿De qué dones y virtudes careció para no gozar de la santidad?

Fue humilde, fiel, valiente, pastor.

Polemista, escritor, defensor de los pobres.

¡Cuántas son las razones para destacar la personalidad de Esquiú!

Sin embargo, ya las palabras son breves ante tanta inmensidad

Es por ello que su nacimiento nos convoca al encuentro. Rendirle homenaje a nuestro patrono cada 11 de mayo es orgullo de nuestra comunidad.

Fundación

Cuando aquellos primeros padres, los Socios Fundadores, buscaron concretar la idea del Colegio Esquiú, encontraron en la casa presidencial, que habitara el Dr. Marcelo Torcuato de Alvear, el lugar apropiado para la educación de sus hijos. En esos tiempos, el edificio se distinguía en el barrio de Belgrano por su personal y bella arquitectura.

Aunque los tiempos pasaron, desde la Primera Comisión Directiva siempre ha despertado en nuestra comunidad un enorme orgullo entrar en el hall de madera, abrigarse al calor de la chimenea y contemplando a Fray Mamerto Esquiú con sus brazos extendidos, alzar los ojos hacia el cielo, iluminados por el sol de los vitraux.

La casa presidencial

(Fragmento del libro de la Prof. María Esther Lapalma)

quienes somos 3Llega el Presidente electo al país, era necesario encontrar una casa para vivir. Un amigo le presta en Recoleta una casa para que con tranquilidad buscara "algo" a su gusto.

Los Alvear, recorrieron, para hogar y residencia presidencial, diversos lugares de la ciudad y alrededores.

En aquel entonces, la Argentina, no tenía residencia oficial para el primer magistrado. Le ofrecen en el Barrio de Belgrano, un palacete, llamado Moore And Tudor, sito en 11 de septiembre 1240.

Llegan a visitarlo, el 14 de marzo de 1923, recorren la casona con el dueño, Don Oddo Picciafuoco y considerándola adecuada, convienen alquilarla y hacerle refacciones, antes de ocuparla.

Es una casa espaciosa de fines de siglo, según arquitectos y estudiosos, proyectada por Juan Antonio Buschiazzo; que se construyó en las afueras de Buenos Aires en el barrio de Belgrano.

Amplia, con una distribución definida, para que sus habitantes, tuviesen mucha luz y sol, rodeada de plantas y árboles, en las cercanías de las barrancas.

Eran necesarios, los arreglos, fundamentalmente, para agregarle color, detalles que ofreciesen confort y un marco adecuado para el uso proyectado.


 

EN ESOS TIEMPOS ...

(Fragmento del libro de la Prof. María Esther Lapalma)

La casa, mirada desde la calle a través de la reja, invitaba a saber de ella, a conocerla por dentro.

Al trasponer la reja, por el gran portón, un amplio jardín, con canteros, árboles y plantas multicolores estéticamente sembrados, saludaba al visitante.

El camino, para carruajes, de canto rodado; ruidoso acompañante, al pisarlo y caminar por él formaba un dibujo curvo, hasta llegar a la casa, señalando del mismo modo la salida.

Ya en el jardín, los ojos se detienen. La construcción, muy clara, alegre y señorial mostraba su planta principal, un primer piso y un mirador.

El frente ofrece una escalinata de mármol, por la que se accede a la galería, profunda, luminosa. Una reja forma el balcón sabiamente torneado.

El hierro, ese metal, tan codiciado, representaba, hacia fines de siglo, el progreso, la pujanza del mundo occidental. Seguramente, siguiendo los dictados de la moda, una pequeña marquesina de hierro y vidrio, que rememora al "art nouveau", protege de la lluvia al visitante que accede a la casa, por la escalinata.

La construcción de la casa muestra un estilo ecléctico, propio de fines y principios de siglo, en que fue proyectada. El arquitecto tomaba de diversas épocas, variedad de recursos y elementos, de acuerdo a lo necesitado. En pocas palabras, no es de un estilo definido, pues en ella, varios se amalgaman.

La planta de la casa, es un gran cuadrilátero y la puerta por la que se accede, fuerte, de madera, con vidrios y una pequeña reja, protege la entrada.

Ya en el zaguán, adornado con mármoles oscuros, formando guías, un farol de cristal ilumina al visitante.

La puerta cancel se abre y un mundo lejano se muestra silencioso. El hall o gran salón de entrada es muy amplio, iluminado en forma indirecta.


 

La mirada se detiene en detalles, tan concretos como aromáticos... sí, aromáticos; la madera reina, da calidez y hace acordar, por como está tallada a un salón inglés, con reminiscencias medievales o Tudor, como afirman los profesores de arte, Maisonave y Festa.

Una chimenea de madera de roble, con adornos clásicos, enmarca al fuego encendido y sobre la chimenea una pintura, mostrando una figura fogosa, emprendedora, santa y sabia. Es Fray Mamerto Esquiú.

El Ingeniero Gerónimo Martínez, explica que el cuadro es del pintor Roberto Repetto. La obra se hizo cuando se funda el Colegio.

Fray Mamerto Esquiú, el que defiende la ley, la libertad, el respeto entre los hombres, resaltando sus responsabilidades, en honor a Dios.

El hall de entrada, antiguamente, estaba revestido, por una media boisserie, en madera, de tableros enmarcados, con influencia inglesa, en el trabajo.

La vista se eleva. Los ojos quedan prendados por lo que ven, un gran balcón o balaustrada con pequeñas columnas de madera, nos anticipan una galería en el primer piso, a la cual, dan las habitaciones privadas de la casa.

Pero, los ojos, nuevamente observan extasiados los pilares de madera tallados, que recuerdan a una iglesia del siglo XVI. Estos sostienen el balcón del primer piso y se unen, más allá, más arriba, con otro techo de madera iluminado por vitrales de colores. Una belleza arquitectónica, que permite entrar la luz desde los jardines e iluminar el salón y los pasillos, sabia y tenuemente. Afuera, por donde entra la luz, está el mirador.

La planta baja se hizo originalmente para recibir.

El salón, a la izquierda de la casa, era el escritorio del Dr. Alvear y la habitación contigua, la salita de espera, adornados, con telas adamascadas, lugar de trabajo, lecturas y elaboración, donde el presidente, en ocasiones, recibía a sus ministros y colaboradores.

Un ejemplo es el relato que en sus memorias, el Dr. Ángel Gallardo, ministro de Relaciones Exteriores, cuenta numerosos encuentros políticos, que se producen, en la residencia de Belgrano, domicilio de Alvear. Uno de los más críticos fue, cuando se decidió en 1924, la no intervención a la Provincia de Buenos Aires. "El acuerdo fue celebrado en su casa, en Belgrano, después de la jura de la Bandera del Regimiento de Granaderos, quedó descartada la idea de la intervención, pronunciándose Alvear, francamente en contra de ella".El ministro del Interior era el Dr. Vicente C. Gallo.


 

Del otro lado, al frente, a la derecha de la entrada, la gran sala, unida por una arcada a un salón forma una "ele". Era la sala de recibo, con una chimenea blanca de mármol de Carrara, tallada. Ese salón comunicaba con otros, hasta llegar al comedor. El aroma de las flores, el verde de las plantas, la frescura del jardín, invadían la galería lateral donde se tomaba el té e invitaba a la tertulia o al diálogo vivo y fecundo.

También la naturaleza penetraba en los saloncitos del ala derecha, que se utilizaban para escuchar música, fumar en amable diálogo o reunirse con amigos.

El comedor era un amplísimo salón, que encuadraba la casa, en el fondo. Su ingreso principal era por la gran puerta, en que termina el hall de entrada. Sus ventanas, daban al jardín del fondo, más íntimo y tranquilo. Una chimenea de gran porte observaba a los comensales. Junto a ella, una puerta, luego de comer, invitaba al diálogo, en la galería lateral, como si se adivinaran los gustos de la época.

Fueron muchas las personalidades de carácter mundial, que visitaron el país y conocieron la residencia e incluso almorzaron allí. Intereses económicos y culturales, los atraían, hacia estas tierras.

Entre los más destacados, se nombra al Príncipe de Gales y al Marajá de Capurtala. El Presidente Alvear era un magnífico anfitrión, verdadero embajador en su propia tierra.

Al salir del comedor, un juego de resplandores llama la atención, son los pisos de pinotea, pulidos y lustrados. Es interesante el planteo de reforzar el cambio de ambiente con la distribución de los listones del piso.

Hacia la derecha un pasillo conduce a los baños.

Completando el ala izquierda de la casa, en proporción arquitectónica, mucho más pequeña, se encontraban la antecocina, la despensa y la cocina, con su cocina económica y el tanque, que llevaría agua caliente a toda la casa. Es sin duda hoy, el área más cambiada de la edificación.

Saliendo, por el costado izquierdo de la casa y cruzando un jardín, en una construcción lindera con los vecinos, estaban las habitaciones del servicio.


 

quienes somos 2Hacia los fondos, un jardín. Se podía salir de la casa por el fondo, pues parte del terreno comunicaba con la calle 3 de febrero.

El sótano abarca el subsuelo de toda la edificación. Originalmente se utilizó como despensa, bodega, área de objetos para reposición, depósito y un pequeño taller, tan útil, en aquellos tiempos en que todo se mantenía o arreglaba.

Entrando, nuevamente a la casa, al fondo del hall central, hacia la izquierda, una escalera importante construida con madera de cedro tallada, -tanto sus escalones, como balaustrada y posa mano-, conduce al primer piso. Mirando hacia el techo, un vitral rectangular con tres círculos de hierro, iluminan el ingreso al piso alto.

La planta alta estaba reservada para la intimidad, para el sosiego, para esa paz que se encuentra en el hogar.

Las puertas de cedro sin vidrios coincidían con las aberturas de la planta baja, un logro del arquitecto.

Dormitorios espaciosos, unos mirando hacia las barrancas, otros hacia los campos y quintas de Belgrano, hacia el oeste y el norte.

Llaman la atención, todavía, las mayólicas originales de los baños principales, uno muy blanco y otro de colores tenues, cómodos, espaciosos.

Acompañando a los dormitorios, pequeñas salas, acogedoras para un momento de descanso, meditación o distracción, como puede ser el pensar, conversar, soñar, leer o escuchar una buena música, que nunca faltó en el hogar de los Alvear.

Ya en la galería balcón del primer piso, al abrir una puerta, una escalera muy empinada invita a investigar. Ésta comunicaba con la sala de plancha y subiendo un piso más, se llega al tan ansiado mirador. Como afirma el ingeniero Gerónimo Martínez, "era una fijación de la gente de Belgrano tener un mirador para contemplar el río".

El mirador, muy blanco, posee un techo sostenido por columnas clásicas.Recuerda a un pequeño templete greco-romano. Desde allí se podía observar la costa, el río y en los días muy diáfanos, Colonia del Sacramento del Uruguay.


 

TIEMPOS PASARON...

(Fragmento del libro de la Prof. María Esther Lapalma)

quienes somos 1Marcelo T. de Alvear compró la casa finalmente y la vendió poco después de concluir su mandato.

La residencia acogería entonces a la familia de los Perkins, muy conocida en Belgrano, quienes durante muchos años fueron sus dueños.

Fue entonces, hacia 1956, cuando un grupo de padres de la Abadía de San Benito, reuniéndose una y otra vez, llegaron a la conclusión de que necesitaban un Colegio de varones. El párroco, el Abad Andrés Azcárate, apoyó la idea y organizó nuevas reuniones con padres de las familias de la zona, entre los que se encontraba el ingeniero Gerónimo Martínez; quien fue el que narró esos momentos de proyectos y de planes.

Entre los padres se mencionan al Dr. Enrique Hardoy, el ingeniero Agustín Meoli, el Dr. Raúl Matera, Félix Lafrianda (h), Arturo Zucchelli, Nicolás Ruiz Guiñazú, ingeniero Gerónimo Martínez. La idea se aclara, se desea hacer un colegio de varones de formación católica.

Para el aspecto legal y práctico visitan a San Juan el Precursor. Luego se determina que la forma jurídica será una Sociedad Anónima.

La propuesta es un hecho. La base sería la venta de acciones. La mayoría de las acciones las suscribe la Abadía de San Benito, manteniendo también el asesoramiento religioso. El Dr. Raúl Matera, desde los primeros días, insistía en que el Colegio debía tener un gabinete psicológico.

Todo fue muy rápido y efectivo.

Se le encarga a Gastón de María el corretaje de acciones, visitando a familias de Belgrano.

Era necesario buscar un edificio adecuado. Félix Lafriandra da el dato, un amigo de él, Edmundo Perkins y su familia, quieren vender su casa, situada en 11 de septiembre 1240. La visitan, les gusta y se hace la transacción.

Inmediatamente, Gerónimo Martínez se ofrece para transformarla en colegio.

En pocos meses la obra queda concluida.

Al frente, se preparan dos aulas grandes. La "ele", de la sala principal, se convierte en Rectoría. La salita de espera del Dr. Alvear sería la secretaría, hoy biblioteca. El gran comedor y el salón para fumar serán tres aulas.

Era necesario construir escaleras en la planta baja que comunicaran con el sótano; se hicieron dos equidistantes en las dos alas del edificio.

La administración y la dirección de primaria se determinó que se instalarían en el primer piso, junto a otras aulas.

Levantar tabiques, construir otros, transformar baños, cocina, comedor de niños y profesores, pintar, equipar fue una ardua tarea que se hizo realidad.


 

SOCIOS FUNDADORES QUE LABRARON EL ACTA 28 DE MARZO DE 1957

 Alonso, Carlos Alberto  Gilotaux, Teodoro José   Repetto de Zucchelli, María Catalina 
 Azcárate, Andrés (Abad de San Benito)   Hardoy, Enrique   Rossi Díaz, Ramiro Juan Pablo 
 Berdoy, Pedro Alejandro Manuel  Lafaille, Guillermo  Ruíz Guiñazú, Nicolás Enrique 
 Bouzada, Héctor Marcos   Lafiandra, Félix  Floreal   Sansó, Jaime 
 Casares, Tomás María   Lafiandra, Félix (hijo)  Schang, Pedro Julio 
 Clavijo, Antonio   Matera, Raúl Floreal   Troiani de Zamora, Ema Isabel Elena 
 Columba Martínez, Claudio Antonio   Martínez, Jerónimo Juan Carlos  Turbel, Antonio Laurentino
 Costa, Jorge Eubaldo   Meoli, Gabriel Agustín  Valdés, Alberto Tomás Antonio  
 Delfino, Raúl Armando   Ortíz, Osvaldo José  Bances Vallarino, José María 
 Demaría, Gastón   Olivieri Acosta, Rogelio   Vernengo, Roberto Esteban 
 Fernández Macchi, Carlos   Pampliega, Enéas Abel   Villar, Agustín Manuel 
 Marino Garimaldi, Osvaldo Alberto   Peñalva Torino de Peralta, Carmen Rosa Y.  Viola de Fernández, Nélida Eduvige  
 García Vouilloz, María Luisa Generosa   Peralta, Walter Napoleón   Viola, Luis Alfonso 
 Goñi, Florencio   Pettinato de Lafiandra, Marcelina   Zimmermann, Marcos Raúl 
 Farías, Carmen Rosa Y.   Pini de Galli, Lía Vicenta    Zucchelli, Arturo
 Ghio, Juan Carlos  Pulenta, Roberto Alfredo  

Primera Comisión Directiva

Presidente: Zuchelli, Arturo Vice-Presidente: Hardoy, Enrique Meoli, Gabriel Agustín Secretario: Ruíz Guiñazú, Nicolás Enrique Tesorero: Turbel, Antonio Laurentino Schang, Pedro Julio Vocales Titulares: Martínez Gerónimo, Juan Carlos Pampliega, Enéas Abel Vallarino, José María Vocales Suplentes: Olivieri Acosta, Rogelio Síndico Titular: Lafiandra, Félix Síndico Suplente: Garimaldi, Osvaldo Alberto

El Colegio Esquiú nace en 1957 como respuesta a la preocupación de un grupo de padres por educar e instruir a sus hijos de acuerdo con los valores propios de su condición de familias cristianas y no como resultado de un emprendimiento comercial.

Funciona como Asociación Civil sin fines de lucro integrada por todas las familias con hijos en el colegio, quienes eligen una Comisión Directiva en las asambleas anuales.

Los padres y las autoridades pedagógicas, trabajando en estrecha vinculación, son los encargados de mantener y dirigir la orientación de la enseñanza dentro del marco de los valores fundamentales de su ideario.

secundario

El nombre elegido para designar a nuestro Centro Educativo sintetiza los siguientes valores destacados de nuestro patrono Fray Mamerto Esquiú:

  • Una tradición Cultural.
  • Un ejemplo Cívico.
  • Una expresión de Solidaridad.
  • Un testimonio de Humildad.

 

Nivel Secundario

 

Rectoría
Patricia Doria Medina

 

Directora de Estudios
María Victoria García Bouza

 

 Secretaría Académica
María Luz Nievas Zabala

 

 

Nivel Primario

 

Dirección
María Laura Castro

 

Vicedirección
Diego Barvosa

 

Secretaría Académica
María Graciela Ricciuti

 

 

Nivel Inicial

 

Dirección
Paula Di Liscia

 

Vicedirección
Silvia Lavandeira Fonte

 

Secretaría Académica
María Beatriz Arana

 

 

Inglés Secundaria

 

Dirección 
Adriana Premuz

 

Secretaría Académica
Mabel Mariana Fernández

 

 

Inglés Nivel Inicial y Primaria

 

Dirección 
Carolina Pinto

 

Secretaría Académica
Fernanda Marsicovetere

 

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Coordinación del Departamento de Educación Física

Ignacio Raña Gómez

 

Coordinación del DOE

Rosario Avendaño

 

Coordinación de Pastoral

 

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Coordinación de Convivencia

Francisco Morelli

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Gerente de Administración

Pablo Sánchez Terrero

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